Las 10 cosas que nadie te dice cuando cumples 40
Si eres modelo "vintage", seguro te identificas con más de un punto.
Corría el año de 1985. Mientras el terremoto sacudía México, Charly García cantaba "Cerca de la revolución" y Madonna reinaba con "Like a Virgin". En las pantallas, Volver al futuro nos mostraba un futuro que ahora es nuestro presente, y las maquinitas de videojuegos comenzaban a conquistar a toda una generación. Hoy, casi 40 años después, me encuentro reflexionando sobre todas esas cosas que nadie te advierte cuando llegas a esta década de vida.
Si algo define a nuestra generación (millennials), es que hemos sido testigos de una evolución vertiginosa. Pasamos de ver cómo nacía el internet, con el sonido peculiar del módem de 56k, a tener WiFi en cada rincón de la casa. Vimos cómo los disquetes desaparecían, y cómo las redes sociales pasaron de ser un lugar para compartir fotos de vacaciones a una plataforma donde se venden sueños, opiniones y hasta parejas. Hoy, en lugar de hablar de "ligues" en el bar, estamos deslizando a la derecha o a la izquierda en apps de citas, buscando algo que, en muchos casos, ya no es tan espontáneo.
Estoy a punto de despedirme de los 39 para ser oficialmente el señor cuarentón. Y con este paso, he aprendido que la vida es una mezcla de sorpresas, aprendizajes y pequeños golpes de realidad que nadie te avisa. Pero, hey, aquí estoy para contarte algunos de esos secretos que he descubierto en esta nueva década. Si te sirven, bien; si no, al menos te haré reír un rato.
Los achaques son reales, pero tú sigues pensando que tienes 25
Una mañana te despiertas sintiéndote invencible, pero al agacharte para atarte los zapatos, te quedas trabado. El sonido que hace tu rodilla no es normal, pero tampoco es la primera vez. Lo que te queda es resignarte a que ahora el "precalentamiento" dura más que el ejercicio. ¿Cómo se corrige? Hacer ejercicio regularmente… o al menos intentar no olvidarlo.
Tus amigos ya no son tus amigos, son "el grupo del WhatsApp"
Las reuniones ya no se organizan por teléfono, ni siquiera por invitaciones. Ahora todo depende de 52 mensajes sobre fechas, lugares y excusas elaboradas. Al final, uno falta porque "estaba ocupado con un maratón de series" o "el insomnio me tuvo despierto hasta las 3". Y sí, aunque digas que el grupo se mantiene unido, en realidad, las reuniones en persona son menos y más espontáneas.
La moda ya no te entiende (ni tú a ella)
Tu camiseta favorita de los 90, esa con el logo de tu banda favorita, ahora se considera vintage. Y cuando intentas ponerte algo "cool", tus sobrinos te miran y dicen: "¿Por qué te vistes como un tío que intenta ser joven?". Spoiler: lo eres.
La nostalgia te golpea donde duele
Un día estás hablando de "películas clásicas" y te das cuenta de que para la Generación Z "Matrix" es cine de época. Eso sin contar que tu música juvenil ahora suena en "clásicos de rock" en la radio. Ayuda, por favor.
Las conversaciones cambian (y mucho)
Antes hablábamos de fiestas, ligues y aventuras. Ahora, las charlas se centran en hipotecas, "cómo invertir en criptomonedas", o "¿me ayudas a mejorar mi perfil en Tinder?" O incluso, si te animas, "¿qué tal va ese match?". Y aunque de vez en cuando metas un "¿recuerdas cuando…?", la chispa ya no es la misma.
Aprendes a decir "no" (y a veces, demasiado bien)
¡Planes espontáneos! No, gracias. Ahora, tu idea de "aventura" incluye planear con una semana de anticipación y asegurarte de que terminará a más tardar a las 10 p.m. Porque, seamos honestos, lo que más valoras ahora es tu tiempo y tu sueño.
Descubres que el "auto-cuidado" no es opcional
Crema hidratante, chequeos médicos regulares, y estiramientos diarios. Antes pensabas que las "rutinas" eran para otros, pero ahora entiendes que si no te cuidas, el cuerpo pasa factura. Y a veces con intereses.
Encuentras placer en cosas que antes ignorabas
Ese café artesanal, un buen vinilo, una tarde sin interrupciones, o disfrutar de una noche tranquila en casa viendo "La Casa de Papel" (sí, ya lo sabes, es más por el café que por la serie). Cumplir 40 te da un superpoder para apreciar los pequeños placeres… y también para quedarte dormido disfrutándolos.
El "todavía puedo" es tu mantra (y tu trampa)
Claro que puedes hacer ese maratón, subir esa montaña o cargar esa caja pesada. El problema no es hacerlo, sino el precio que pagas al día siguiente. Pero aún así, lo intentas, porque, bueno, "todavía puedes".
Te das cuenta de que no necesitas tenerlo todo resuelto
Quizá el mayor secreto de cumplir 40 es que nadie, absolutamente nadie, tiene todo resuelto. Y está bien. No importa si aún no compraste un terreno, si no te has casado, o si tus planes no encajan en los tiempos que esperabas. Todos seguimos procesos diferentes. Aprendes a soltar, a reírte de ti mismo y a aceptar que la vida es un constante ensayo y error.
Cumplir cuatro décadas no es el fin de nada, sino el comienzo de una etapa en la que te permites ser más tú: menos pretensiones, más autenticidad. Porque si algo he aprendido en este tiempo, es que lo mejor está por venir... aunque sea con una rodilla que suena cada vez que te levantas, o tomando omeprazol después de una salida. ¡Ánimo!